Esta obra forma parte de la serie “Introspección”. La pieza es la primera y la que da nombre a la serie. Se pueden ver dos brazos alzándose delante de un rostro del que nace vida. Se representa así la forma en la que nos nutrimos y crecemos espiritualmente cuando dedicamos tiempo a la observación de nuestro interior. Es así también como descubrimos que somos culpables de nuestros logros y de nuestras carencias. La neurociencia ya ha demostrado que de nuestras decisiones y de cómo configuremos nuestro cerebro dependerán nuestros éxitos y pérdidas, nuestras enfermedades e incluso nuestra ansiada felicidad.
Alto: 60cm
Ancho: 50cm
Profundidad: 4cm
Obra con marco: no